
Foto: European Commission DG ECHO
Como consecuencia de la acción de los periódicos, de la televisión, y de los demás medios de información, el público es consciente o ignora, presta atención o descuida, enfatiza o pasa por alto, elementos específicos de los escenarios públicos. La gente tiende a incluir o excluir de sus propios conocimientos lo que los media incluyen o excluyen de su propio contenido. El público, además tiende a asignar a lo que incluye una importancia que refleja el énfasis atribuido por los mass media a los acontecimientos, a los problemas, a las personas. (Shaw, 1979, 96).
Quizá se me quejen de incidir en la bola de nieve mediática, pero realmente me cuesta no avergonzarme del absurdo papel de tantas empresas de comunicación que aprovechan la hipocondria y pánico desatado con total oportunismo.
La realidad es más preocupante de lo que se ha señalado: los medios de comunicación son responsables de propagar una enfermedad mucho peor que el ébola. Hablo de una peligrosísima enfermedad que afecta a un alto porcentaje de los expuestos, y lo peor es que todo el mundo estamos en riesgo. La única forma posible de protegerse del corrosivo patógeno parece ser el aislamiento completo de todos los medios de comunicación y redes sociales. Incluso se recomienda evitar taxis, peluquerías y comidas familiares (el cuñadismo ha sido identificado como un poderoso foco de contagio). Pero una vez infectado, no existe una cura conocida. Esa enfermedad es el miedo.
La enfermedad del miedo en la sociedad de la información es mucho peor que el ébola, dado el extremadamente alto riesgo de contagio entre la mayoría ciudadanos de estos países ricos, conectados, contínuamente informados. Sin embargo con el ébola se da el caso contrario. El riesgo de contagio entre el individuo medio es muy bajo. Aún así, se observa un estado de miedo general propiciado por el incesante chorreo de informaciones, en gran parte intrascendente, falsa o innecesariamente alarmante desde fuentes más interesadas en clicks y audiencias, que en prestar un servicio público. Un impertinente sensacionalismo que el público fagocita sin objeción.
No malinterpreten este texto, la información sobre la llegada de este virus, su gestión, responsabilidades, errores y prevención, es necesaria. Pero no es necesario conocer las horribles fundas del sofá de la afectada a través de fotos privadas, ni el lugar donde se realizó una depilación, ni demás carnaza susceptible de ocupar cebos y titulares en un Sálvame del miércoles tarde.
Una llamada de auxilio sin respuesta
Según la Organización Mundial de la Salud, el número de fallecidos a causa del brote de ébola de África occidental se acerca a las 4.000, y hasta el 5 de octubre, la ONU tenía confirmados 8.033 casos de contagio. Entre ellos, 401 trabajadores sanitarios han contraído el virus, de los cuales, 232 han muerto.
Si desde hace tres semanas hemos empezado a sentir cierto temor por el ébola, llegamos tarde. O más bien, los medios llegan tarde para aterrorizarnos. El conocido como brote de ébola en África Occidental 2014 tuvo su paciente cero en un niño de dos años, fallecido cuatro días después de mostrar los primeros síntomas, en diciembre de 2013. Tras él, murió su madre, su hermana (de tres años), su abuela... Así, la epidemia se extendió por Guinea, Liberia, Sierra Leona, Nigeria, Senegal, Estados Unidos y España. Sobre agosto, el ébola se había cobrado cerca de 2000 infecciones y algo más de 1000 muertes.
A principios de año, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) pidió el apoyo de la comunidad internacional para combatir la epidemia. Un SOS que, sin embargo, los medios han obviado sistemáticamente. No estaba en la agenda. Según la OMS, Liberia solo tiene camas para el 21% de los pacientes que han contraído el virus. Un 26%, en Sierra Leona.
El objetivo marcado entre el Banco Mundial y la OMS para los próximos dos meses es lograr que el 70% de los infectados reciban tratamiento y que el 70% de los muertos sean enterrados con seguridad. Un objetivo imposible sin un aumento sustancial de la cooperación internacional. Tan sustancial como que las ayudas deberían aumentarse por 20, según Ban Ki-moon, secretario general de la ONU.
En definitiva, si bien es necesario denunciar la incompetencia de las autoridades sanitarias españolas y la serie de decisiones políticas que han propiciado la decadencia del sistema sanitario público, resulta inapropiado y dañino hurgar en informaciones personales, pertenecientes a la privacidad de los pacientes, y aprovechar cualquier dato superfluo con motivo de ocupar más minutos, más páginas, del tema “de moda”. Y todo ello, obviando el origen del problema: una epidemia iniciada donde realmente no tienen recursos para combatirla, donde las cifras letales suman miles, y una reiterada llamada de auxilio con vaga respuesta.
Pero claro, África está muy lejos.
El exceso de información no genera más libertad de pensamiento, sino más miedo. Bernardo Ortín.
Si te interesa acabar con el ébola de raíz:
Médicos sin fronteras
Unicef
Médicos del mundo
Juan Ciudad
Save the children